Este proyecto inicio en 2018 y continua como un proceso abierto. Los Argonautas. Sonidos del desplazamiento se estrenó a finales de 2019, y tuvo una segunda temporada en abril de 2022, movido por dos principios: El primero es tomar acción artística y una postura política respecto al enorme éxodo, que desde la década pasada presenciamos, donde millones de personas se ven forzadas a desplazarse de los lugares donde habitan. La experiencia en el proceso fue avasalladora, Tijuana, Puebla y Ciudad de México fueron las ciudades donde registramos testimonios y paisajes sonoros encontrando que entre personas deportadas y en tránsito no había una sola que no guardara la esperanza de estar mejor al día siguiente.
La segunda motivación fue seguir la intuición y necesidad por explorar con otros lenguajes artísticos ajenos a la escena teatral convencional.
El proyecto se forjó en el trabajo de campo, realizando actividades en albergues, casas de migrantes, calles de diferentes ciudades y recorridos por zonas transitadas por comunidad deportada y retornada, además de la población en tránsito cada vez más grande.
La pieza se propone dar un punto de vista distinto de las personas migrantes, ahondando en la memoria sonora de su viaje, intentando capturar en la diversidad de relatos un pedazo de memoria en canciones, en charla, en denuncia, en mensajes hacia la nada.
También apelo a que las personas migrantes asistan a los espacios culturales de su entorno, pues son territorios universales sin fronteras que tendrían que recibirlos como parte de su integración. Los migrantes deportados se encuentran inmersos en una cultura que desconocen, en un país por el cual no sienten pertenencia.
La instalación sonora se desarrolló́ gracias a la intervención de teléfonos análogos que responden a la programación en la plataforma Arduino para la reproducción de audios. Ahí se escuchan los fragmentos de testimonios y paisajes sonoros capturados en el proceso.
El performance se presenta en el mismo espacio físico donde se encuentra la instalación y está construido a partir de la experiencia del equipo en el proceso.

El propósito es invitar al asistente a un convivio escénico donde desaparezcan las fronteras entre la representación y el documental, donde se descoloque al usuario de la posición de espectador para formar parte de la historia contada.
El objetivo general de la pieza es generar una experiencia participativa del asistente y sensibilizarlo sobre la situación que viven las personas en situación de migración en México.

El proyecto contó con la colaboración del Laboratorio de Tecnologías Libres del Centro de Cultura Digital, en el desarrollo del mecanismo de intervención a los teléfonos y en la programación a través de la plataforma Arduino. Contó con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, del Proyecto Maleta Abierta del Programa Iber-rutas de la Secretaría General Iberoamericana y con la autorización de la Fonoteca Nacional y del Gobierno de Chihuahua al permitir el uso de algunos archivos sonoros bajo su acervo.
La pieza se adapta de manera específica, casi como una característica inherente, a los diferentes espacios de presentación. Entre octubre y diciembre de 2019 fue expuesta en el lobby del Teatro Javier Barros Sierra de la FES Acatlán, en la plaza pública del parque Alfonso XIII en la Ciudad de México y en el Centro Cultural El Hormiguero donde también se presentó el performance. Recientemente realizó funciones en el Foro A poco no, de la Ciudad de México, en abril de 2022.
- Motivación
El número de personas que han migrado o han sido desplazados ha crecido de manera exponencial en lo que va del siglo XXI. Estos flujos migratorios constituyen un desafío en plena era de la transformación digital y en el que precisamente la tecnología juega un papel muy importante la vida de las sociedades.
Las personas migrantes, en su mayoría, se ven obligadas a desplazarse de sus lugares de origen por condiciones económicas o de violencia. Particularmente las personas deportadas y retornadas a México tienen que lidiar con la separación de su familia de manera involuntaria y con la ausencia de oportunidades para integrarse a la sociedad a la que llegan.
Los migrantes se encuentran inmersos en una cultura que desconocen, en un país por el cual no sienten pertenencia. En ese contexto, la única herramienta que conservan para ser ubicados y para comunicarse con sus familias es un teléfono.

- Concepto
¿Cómo podemos apoyar desde el arte y la tecnología la integración de las personas deportadas, retornadas, desplazadas y en tránsito en México?
La materia prima de este proyecto es la voz de aquellos que, por diferentes circunstancias, cruzan en diversas rutas el territorio mexicano y por los sonidos que escuchamos en esos trayectos. Los fragmentos de testimonios, charlas, canciones o de paisajes sonoros son pequeños pensamientos sonoros que guardan un significado particular.
Cada testimonio refleja una voz propia, una postura ante el desplazamiento, la breve historia escuchada se valora como un secreto que resuena en el usuario y se confronta con el sonido público, aquel que todos escuchamos al mismo tiempo.
Ahí se cuenta la metáfora de los teléfonos analógicos: en la intervención de objetos considerados desfasados contrastada con el uso de tecnología digital por el que han sido modificados. Esto representa un choque entre el pasado y el presente de esas personas en el país, un lugar desconocido, habla del desarraigo en que viven las personas migrantes.
Al final, el usuario habrá experimentado la apertura en la escucha y en su percepción, responderá de manera sensible a la situación de comunidades en tránsito y reconocerá el deseo de los demás como un deseo propio.